Hoy quiero, en un galerón,
relatarles lo que pasa
cada vez que en una casa
se produce un apagón. La primera precaución
es ver si hay luz en la calle,
y observado ese detalle
lo segundo es dar un grito
diciéndole al muchachito
que se acueste y que se calle.
Y aquí comienza un trajín
de policíaca novela
por encontrar una vela
que nadie encuentra por fin. -¡Voy por ella al botiquín!,
dice usted desafiador,
y sale con tal furor
que en su ceguedad de fiera
no ve que al pasar lo espera
la pata de un mecedor.
-¿Qué te sucede, Gaspar?
...(Un pugido es la respuesta). -¿Qué te sucede? ¡Contesta!,
le vuelven a preguntar. Y entonces, vuelto un jaguar,
un caimán, un jabalí,
responde usted:- ¡Me caí!,
y añade luego despacio
lo que por falta de espacio
no consignamos aquí.
En tan triste situación
oye usted que alguien revela:
-¿Qué estas buscando? ¿La vela?
Pues yo la vi en el fogón... Como en una procesión
el viejo, el grande, el chiquito,
corren al sitio descrito
y en jubilosa algarada
sacan la vela pegada
del fondo de un perolito.
Ya puesta en el comedor
o en algún cuarto la vela,
lo que sigue es una pela
de las de marca mayor. Pues el niño un tenedor
pone en ella a calentar,
simulando no escuchar
la voz que dice impaciente: -Deje la vela, Vicente,
porque lo voy a pelar...
Cesa al fin el apagón
y al prenderse los bombillos,
un ¡viva! dan los chiquillos
(y algún que otro grandulón...) Y usted, que aunque cuarentón
es ingenuo todavía,
mientras acuesta a la cría
le adelanta a su mujer: -¡Mañana al amanecer
demando a la compañía!
Ante el incremento de feminicidios en el país a inicios del 2020 y
preocupados por las acciones de los movimientos feministas, nos
permitimos conversar con la profesroa Alba Carosio en nuestra sede para
compartir su visión en este momento.
— Si nos tocara abordar los orígenes del feminicidio en América Latina, ¿qué nos dirías?
— La historia de América Latina es la historia de una mujer violada.
La raíz principal es el patriarcado, que sostiene que el hombre es el
dueño de todo y que la mujer solo es un objeto de la conquista, y lo
peor es que esta visión está inmersa en los sistemas educativos. El
feminicidio siempre existió, pero no lo habíamos tipificado, no en la
proporción que lo vemos hoy.
En América Latina tiene raíces muy mezcladas. Se funda con la violencia. Contingentes de conquistadores violan a las mujeres como monedas de cambio que Cortés, que Pizarro, se intercambiaban entre sí.
La historia de América Latina es una historia de violación sobre el
cuerpo de las compañeras indígenas y afrodescendientes. Tiempo después
de la invasión de España es que llegan las esposas, pero la primera
avanzada de la conquista fue de hombres ejerciendo violencia sexual
contra la mujer. En México eso está muy claro, hay un insulto: “El hijo
de la chingada”, la chingada es la violada.
Desde pequeña siempre
escuché a mi madre hablar con horror del marido que le pegaba a la
mujer. En el proceso de izquierda es indudable la discriminación
política, existe un punto donde las mujeres eran menos iguales, me
inicié en la liga feminista de Maracaibo, en el Primer Encuentro
Nacional Feminista, Maracaibo 1979.
— Y en Venezuela ¿cómo se origina, cuándo toma cuerpo?
— En Venezuela el feminicidio tiene varias raíces, la principal es el
patriarcado, sentir que el ser humano masculino es el dueño de la
pareja que tenga, puede elegir las mujeres, que toda mujer puede ser
objeto de conquista quiera ella o no. Todo eso está en la educación, que
viene profundamente de la Conquista. También hay algunas culturas
indígenas en las que eso fue posible, como entre los mexica y los
aztecas, la mujer podía repudiarse y venderse como esclava, era una
propiedad, es el patriarcado inmerso en la cultura con mucha
ramificación.
— Acciones en América Latina
— A partir del surgimiento de movimientos de mujeres y grupos
feministas, en 1970 se comienza a ver ese problema del maltrato a la
mujer. En 1982 se hace en Bogotá, por iniciativa de las compañeras
venezolanas Yolanda Melo y Soraya Martínez el Encuentro Latinoamericano y
Caribeño de Mujeres donde compañeras de República Dominicana llaman la
atención sobre la violencia de género, debido al asesinato de las
hermanas Mirabal, ordenado por Trujillo, donde se mezcló la agresión
política con el espíritu de propiedad que sobre las mujeres creía poseer
Trujillo al igual que muchos dictadores latinoamericanos. En la
Convención Belen do Para, de 1994, se logró denunciar las agresiones a
las féminas y la ONU tomó cartas en el asunto. América Latina fue
pionera en la lucha contra la violencia de la mujer y los diferentes
movimientos sociales lo han hecho visible.
—¿Cómo abordar esta problemática desde la sociedad?
— Todos los frentes a la vez. La mujer debe entender que no es
propiedad de nadie, reimpulsar y promover reunirse en grupos de
conciencia, donde se reflexione, se tomen acciones y se trabaje con los
hombres para que entiendan que no es fuerza física y poder lo que da
derecho a abusar de la mujer, sino respeto y amor a la vida lo que lleva
a vivir con dignidad.
— ¿Cuál cree Ud. que ha sido la contribución de Venezuela y la Revolución Bolivariana en la lucha contra el maltrato a la mujer?
— La declaratoria del presidente Hugo Chávez de Revolución Feminista
legitimó el feminismo, le dio soporte y legalidad a las ideas. Pero no
es suficiente, de allí se debe pasar a dar vida a las realidades de la
ley. Ante los feminicidios la ley debe actuar para que no haya
impunidad. La administración de justicia debe hacer su trabajo. Es
importante que a su lado existan administradores de justicia, policías,
tribunales y un TSJ con suficiente formación, a los que se les permita
actuar con severidad, que no subestimen la denuncia y valoren la
gravedad de cada caso.
— La ley en Venezuela se está profundizando. ¿Piensa Ud, que aún existen algunas limitaciones jurídicas?
— El Código Penal venezolano, de 1936, deriva del Derecho Romano, y
una cultura patriarcal de las más bravas. No tipifica muchos crímenes y
condena cosas como el aborto, la eutanasia. Aún se tienen deudas en lo
jurídico, muchos problemas se mantienen por la caducidad de este Código y
hace que permanezcan discriminaciones contra la mujer.
— ¿Cuál debe ser el rol de la institucionalidad?
— Hay que trabajar con la administración real y la ética
revolucionaria no es posible que se diga que se trabaja por la justicia o
se es revolucionario y en la práctica o la vida privada se haga lo
contrario.
— ¿Qué es necesario hacer para contribuir a disminuir la violencia de género y la agresión sexual?
— Trabajar profundamente con la administración de justicia. La
Comisión de Justicia de Género del TSJ debe ser más activa. Reforzar
educación, valores, ética y militancia revolucionaria. La Iglesia debe
trabajar por el bien humano y no tapar crímenes de pederastia.
— ¿Qué opinión le merece la situación de las venezolanas en el exterior?
— Todas las migraciones tienen rostro de mujer. La venezolana ha sido
sui generis, por la trata. Porque no migran solo para realizar labores
de servicio de adentro, son mujeres que van a asumir otros roles. Por
ello, la mujer común de otros países se siente invadida, intimidada por
tanta belleza, y el hombre puede pensar que ella es objeto sexual del
que puede disponer.
— ¿En qué sitial se ubica la mujer venezolana en general?
— La venezolana está a la altura del momento que le toca vivir. La
mujer supera los obstáculos, lidera el trabajo comunitario, se incorpora
en procesos sociales, en los Clap, carga el agua, la comida, resuelve
la crianza de los hijos y dentro de la sencillez su vida se ha ido
manteniendo. Puedo afirmar que la revolución bolivariana descansa sobre
los hombros de la mujer.venezolana — ¿Cuál es la agenda feminista venezolana hoy?
Son cuatro puntos: La violencia de género; La prevención de embarazo,
derechos sexuales y reproductivos; El trabajo como acción humana y el
sitial de la mujer y el trabajo, y La participación política más
igualitaria de la mujer en la Revolución Bolivariana.
Biografía mínima
Alba Carosio es activista feminista comprometida con los movimientos
sociales en defensa de la mujer. Licenciada en Letras de la Universidad
Pontificia de Argentina y licenciada en Filosofía de la Universidad del
Zulia, es doctora en Ciencias Sociales de la UCV. Como activista de
derechos humanos de la mujer forma parte de la Araña Feminista.
Investigadora de los distintos movimientos feministas de América Latina.
Es investigadora en Estudios Feministas y de Género, con énfasis en el
Pensamiento Latinoamericano. Coordinó el Grupo de Trabajo CLACSO sobre
Feminismos y Alternativas Civilizatorias. Profesora titular de la UCV y
profesora invitada en CLACSO. Investigadora del Celarg y del Centro
Internacional Miranda. De sus publicaciones destaca Feminismo y cambio social en América Latina.