Sofía
vuelve a nacer multiplicada
Aquarela del Sol Padilla y su libro Acordes del mañana
A diez años de su publicación
Por José Javier Sánchez
Porque hoy no podemos dejar
de cantarle a la vida
Porque hoy no dejamos de alzar nuestra voz colectiva
rompemos la tristeza con golpes de alegría,
Porque hoy no dejamos de alzar nuestra voz colectiva
rompemos la tristeza con golpes de alegría,
Cantata a Fabricio Ojeda
Gloría Martín
Aquarela del Sol Padilla, logra con su libro Acordes del mañana posicionar en los
lectores venezolanos una voz que romperá el canon tradicional de la novísima
poesía venezolana. En la primera edición del Certamen Mayor de las Artes y las Letras,
también conocido como “Cada día un libro” organizado por el Vice Ministerio de
Cultura, a través de la Dirección de Literatura del desaparecido Conac, en el
año 2005, sobresale con una obra que dará mucho de qué hablar entre los amantes
y seguidores de la joven poesía venezolana.
Aquarella del Sol Padilla joven y profunda poeta,
nacida en Caracas en 1988, se abre paso en las letras venezolanas con su ópera
prima Acordes del mañana, para de una
manera sensible y estremecedora empoderarse del sentimiento de un país y de una
sociedad, tantas veces fracturada por la opresión, por el abuso del poder
político y económico, por el silencio sitiado para los que soñaban, pretendían,
apostaban y/o construían un mundo mejor
De niña, fue músico, intérprete de violín en el
conservatorio de Música Vicente Emilio Sojo, pero decidió abrirse paso a otros
universos menos fragmentarios para el aprendizaje, para el saber. La música es
algo que jamás ha abandonado, es algo que ama, que sigue, que cultiva en
distintos escenarios. Hay música en sus fotografías y en sus poemas, sobretodo
en su estructura donde innovan en la rítmica y en la sonoridad.
Pero su música no milita con la academia sobre todo
con la estructura y rigidez de las grandes academias, de las grandes orquestas,
la música de sus poemas milita con la nueva canción latinoamericana. Su música
germina con el canto que se gesta en los movimientos sociales, en la movida
cultural, en las nuevas propuestas, en el sueño por inventar, en el poema
renovado a través de cada uno de los acordes que componen este libro
Desde su libro Acordes del mañana podemos establecer un diálogo no intencionado
entre la poeta y autores vanguardistas como Miguel Hernández y César Vallejo quienes
colocaron su pluma al servicio de las causas justas, de las causas sociales, de
los desfavorecidos, atropellados, desaparecidos por los sistemas oligarcas, y
que fueron movidos por la valoración y el reimpulso de los sueños de hombres y
mujeres que dieron su vida, libertad y aliento al servicio de la Gran Poesía.
Miguel Hernández el gran poeta español apuntaló
su pluma a exaltar el valor de los humildes, de los que no formaban parte de la
tiranía, de los que resistieron desde el trabajo, desde la humildad, desde el
afecto distinto, para ellos cantó:
“Mi
vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay
de quien no esté herido, de quien jamás se siente
Herido
por la vida, ni en la vida reposa
Herido
alegremente!
(…)
Para
la libertad sangro, lucho, pervivo
Para
libertad, mis ojos y mis manos,
Como
un árbol carnal, generoso y cautivo,
Doy
a los cirujanos”[1]
En este libro la poeta transita con la herida
hecha a su pasado, herida alimentada por los sueños, por la esperanza, pero
sobre todo por la conciencia que se gesta un futuro mejor con ella como
corresponsable. Este libro moverá en el lector los cantos de Miguel Hernández
no como eco sino como inconsciente colectivo que circula por la sangre de
Aquarela y que se cuela en sus acordes:
“Entonces me invento mis
soles,
mis nubes
me recreo en los jardines
sobrevuelo la esperanza
malgastada
busco rostros apacibles
en el ir y venir sobre los
rieles”[2]
La poeta peruana Rocío Silva Santisteban, a quien
respeto altísimamente por su trabajo poético, por su trabajo social y su sensibilidad,
y quien nos visitó en la 4ta edición del Festival Mundial de Poesía de
Venezuela le responde en una entrevista escrita al gran Julio Ortega algo con lo que me permito aproximar esa
sensación de Aquarela al escribir:
“…una a
veces escribe por un pálpito; otra veces para sacarse algo de encima. Como
profilaxis. A veces el ritmo esta martillando antes que la imagen, otras la
imagen se come todo tipo de posibilidad de ritmo… A veces una tiene como motor
una idea, abstracta absolutamente, no vinculada a imagen o tropo poético
alguno, y entonces el camino de la escritura es el parsimonioso ejercicio de
darle alguna forma… “ [3]
Y cito a Rocío Silva Santisteban porque en estas
dos poetas siento una movida social avasallante contra los sistemas opresivos.
Aquarela es la voz de los que han tenido voz
desde el fusil, desde la protesta de calle, desde la sensibilidad social, desde
el poema leído en voz alta, desde el gesto y el acto de escuchar las canciones
de Gloria Martín, la Cantata Fabricio Ojeda, la Nueva trova cubana, a Silvio y
Pablo, pero también desde su lectura sentida de Gustavo Pereira, Víctor “El
Chino” Valera Mora y Roque Dalton.
Me aproximo a estos versos y en ellos leo el
registro de otra época. Una época que envuelve a héroes anónimos. En este libro
se presencia el registro de una época, de un sentimiento y de un ideal,
sustentados en sueños revolucionarios, presentados desde la visión de la autora
como la coprotagonista, como hija de la conspiración y de la lucha clandestina
por la revolución.
Acordes del
mañana es el producto de una
formación política e ideológica con sustento en el afecto familiar y en los
valores. Desde esta obra nos aproximamos a la militancia que se construye desde
la formación en la familia, con los amigos de los padres, con los tíos
militantes que frecuentan la casa familiar, que hablan de una sociedad
idealizada por la revolución y que crecen, se desarrollan y viven cumpliendo
con una disciplina revolucionaria.
Este libro es la manifestación de un espíritu
formado desde esa compañía, esa presencia perenne, y desde ese aprendizaje, del
saber leer la época, desde la mirada, desde el rol, desde el compromiso que
toca a los hijos de los revolucionarios, de los utópicos. La utopía se asume
desde la cotidianidad, la cotidianidad es alimentada por el espíritu de la
conspiración y la voz de este libro no es la voz del líder revolucionario, no
es la voz del mártir, es la voz del que acompaña y sabe nutrirse de cada atmósfera,
de cada aire, de cada conversa, de cada canción, de cada poema leído en voz
alta, de cada café o té compartido en rededor de una conversa militante.
La clandestinidad se construye en familia en una
escala de valores donde el niño, el joven, el padre y la madre saben cuándo y
de qué hablar. Donde el niño reconoce el peligro de la represión y hace
crítica, donde cuestiona a un sistema que toca a las multitudes a través de la
proliferación de la represión, la violencia, la corrupción y los antivalores.
Este libro evoca en mí una época juvenil que
abrió las puertas a las filas de la revolución desde la militancia sustentada
en la sensibilidad social, en la utopía de la construcción de una sociedad sin
clases sociales, sin ricos ni pobres, sin polizontes ni milicos.
Este libro es en mi opinión el registro de una intensa
experiencia de sensibilidad vivida en el terreno de los revolucionarios, el
afecto de este libro no es el afecto de los pequeños burgueses, ni de los
melómanos salseros, ni de las hermanitas descalzas: es el de los
revolucionarios.
En Acordes
del mañana Sofía es la utopía
cultivada en el espíritu, el sueño porvenir, es la tarea futura de cada soñador
de revoluciones. Sofía es la semilla que germina para reinventar el mundo desde
el sueño labrado con trabajo con ética revolucionaria:
“¿QUIÉN ES SOFÍA?”
Sofía ama. Sofía sueña.
Sofía siembra. Sofía es néctar. Sofía hermosa. Sofía cuenta mariposas. Sofía
lucha. Sofía sabe. Sofía señala. Sofía recuerda. Sofía no perdona. Sofía no
olvida. Sofía tiene miedo Sofía no llora (…).
Vuelve a
nacer multiplicada”[4]
En el Poema “Adentro se lloraba el amor” recibimos una postal desde la clandestinidad
materna, la clandestinidad militante y conspirativa a favor del hombre nuevo.
En este poema la madre es la memoria de la represión sufrida por los mártires
de los años sesenta y la poeta de manera profundamente sensible nos dice:
“Nunca vi morir a los
nuestros
Pero bebí su sangre de tu
seno
Que adentro se lloraba el
amor”.[5]
En este libro nuestra autora se asume como hija
del futuro como corresponsable de la construcción de un mundo mejor:
“Aprendimos a remedar los
jirones del horror
Cultivar la esperanza
Sin jardín
(…)
Comprendimos que la vida del
que lucha
No se acaba
Reverdece en nuestras manos
(…)
Estamos
Vivos
Para siempre
Y de pie”[6]
Acordes del
mañana es un libro que nos
sorprende desde la primera página, desde el primer epígrafe, desde el primer
aliento de la poeta, en cada poema que sucede nos vamos cargando de una
sensibilidad, de una nostalgia, de una memoria. Es un libro escrito por Aquarela
aproximadamente a sus dieciséis años, y es un libro que nos da lecciones de
vida.
El verso comprometido con el hacer, con la
praxis, con el sentir desde la piel desde la entraña.
La poeta después de diez años sigue militando con
la poesía desde la fotografía, desde el audiovisual, desde la formación que ha
gestado en los niños de sectores humildes como es el caso de los niños del
barrio Las Torres de Los Mecedores a los que acompañó desde el aliento de
Sofía, a desarrollar talleres de foto-lata que les permitieran dibujar el mundo
desde su mirada infantil, fresca.
Hoy, diez años después, nuestra poeta prepara una
nueva propuesta literaria desde la casa madre Monte Ávila Editores y estamos
seguros de que su voz, su lente, su
aliento, seguirán apuntando para preservar cada paso logrado por los
revolucionarios y podrá con armonía continuar afinando melodías y rítmicas para
proseguir construyendo los Acordes del
mañana. Acordes que florecen en cada conquista en los espacios del amor, de
la solidaridad, del trabajo colectivo, del respeto al otro y del respeto a uno mismo.
Sus acordes seguirán llegando para hacerse
canción, poema, grito, batalla y victoria. Para abrir sendas a los nóveles
poetas, con una sensibilidad social que me estremece. Pero sobre todas las
cosas, la poesía de Aquarela del Sol Padilla seguirá germinando, floreciendo y
estallando para preservar un espacio que ya se ha forjado en las alturas de
nuestra poesía venezolana.
[1] HERNANDEZ, Miguel. Poemas sociales, de guerra y muerte.
Madrid. Alianza Editorial. 1977.
[2] PADILLA, Aquarela del Sol. Acordes del Mañana. Colección
Cada día un libro. Caracas. Ministerio de la Cultura. Consejo Nacional de la
Cultura. 2005
[3]
ORTEGA; Julio. El hacer poético. Vol.
II. Colección Testimoniales. Caracas. Monte Ávila Editores.
2012
[4]
PADILLA, Aquarela del Sol. Acordes del Mañana. Colección Cada día un libro.
Caracas. Ministerio de la Cultura. Consejo Nacional de la Cultura. 2005
[5]
Ibidem
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