AYER MI PADRE TOCO A MI PUERTA
Mi padre se había perdido en los tiempos y al abrirle la puerta
no reconocí su rostro
Pude percibir el olor de mi madre que aun guardaba en su camisa
Pero no era de confiar
Siempre lo dibujé parecido a mi padrastro
Ojos claros, impecable
Pero era más rechoncho y joven
La alegría se le había quedado en los caminos
Un bronceado de callejones y madrugadas adornaba su esencia
Noté sus desordenes
Y me entendí mejor
Mi padre traía puesto un gabán ocre curtido por los días
Y sacó de sus bolsillos dos piedras, una chapa y un papel doblado que me pidió que abriera cuando se marchara
Y no se qué quiso decir con eso
Solo se marchan los que alguna vez han estado
Y era primera vez que lo veía
Mi padre no expresaba ni rabia ni alegría en la mirada
Parecía estar oculto tras las frutas y botellas de cualquier bodegón ingenuo
El era la nada, el olvido, lo huidizo
Y yo no tenía tiempo de atraparlo en un sueño
En una sonrisa
Mi padre me pidió un cigarrillo
Y le ofrecí una cajetilla con fósforos y un boleto de autobús
No quise acompañarlo
No tenia que despedirme de lo que nunca estuvo
Mi padre se fue caminando por sus laberintos
No nos abrazamos, no sonreímos
No teníamos nada que recordar
Yo cerré la puerta y me serví un trago de cualquier Wisky Ingles
En un sorbo calmé mi angustia.
Observaba un cuadro de payasos ebrios que adornaba mi sala
Mientras él desaparecía nuevamente a mis espaldas
!Muy buen poema José Javier! ¿Vienes a la Feria Internacional del Libro de Bogotá?
ResponderEliminarÁlvaro Maestre García
Buen texto
ResponderEliminarPoema que convierte un lenguaje y una vivencia común, en el misterioso embrujo de la escritura poética, llevando al lector a vivir sus propios fantasmas, esos que siempre rondan en nuestra existencia. Conversar con ellos, confrontarlos, darles vida, es otro camino de perder el miedo, de cerrar heridas, de abrir nuevas esperanzas. Este poema sana, trasciende al lector, lo hace avanzar, lo transforma.
ResponderEliminarMónica