Una abuela es una casa
a la memoria de Isola Linares de Sánchez,
mi abuela
Yo también tuve una casa como las que obsequia el poeta Luis Alberto
pero jamás un padre como el Inmigrante de Gerbasi.
Mi Infancia transcurrió junto a mi abuela
que llevaba consigo una inmensa biblioteca adherida a la memoria.
Mi casa era un jardín encerrado en ruinas marginales de techos de zinc repletos de goteras...
Mi abuela trajo al mundo diez lumbreras
que en el transcurso de la vida se le fueron convirtiendo
en cosas inferiores a mecheros de kerosén,
de los que he visto en algunos caseríos de Lara.
En esa casa el sol se llamaba mi abuela.
Lo más hermoso de mi casa era el jardín, el altar de los santos y su cuarto,
los cuales edificó a fuerza de ilusiones.
Ella me dio a probar el algarrobo
y me enseñó a desenterrar lombrices y misterios de la tierra;
me presentó al Ángel de la guarda
y aprendí a amar a las mujeres a través de María,
a convertir cristianos con el agua bendita,
y a luego en un novenario expulsarlos de la tierra.
Con ella construí pesebres
y lloré por más de cinco años la muerte de Cristo.
Ella me enseñó que el marxismo
era el cristianismo sin Jesús y sus apóstoles.
Mi abuela era mi casa.
Mi casa era mi abuela.
Cuando ella murió, supe también que ella era el hogar;
el techo, el piso, las paredes,
las ventanas y hasta las mismas cuerdas
donde colgaba mi espíritu cuando era derrotado.
Y con su brisa me secaba los dolores.
Y me reanimaba con la gran oración de sus abrazos.
En mi casa
con mi abuela.
La abuela es la casa de nuestra infancia.Lo has dicho mejor que nadie.
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