La
lluvia como poética de la ciudad
La
lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo
de soñolencia resignada y amable,
una
música humilde se despierta con ella
que
hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Federico
García Lorca
Generar
un espacio de encuentro para presentar distintas aproximaciones a la
poesía contemporánea venezolana específicamente de escritores
nacidos a partir de 1970, no solo es la posibilidad de presentar
voces consolidadas en la poesía actual que pueden dar fe de nuevas
propuestas poéticas, de avances y continuidad dentro de un legado de
voces particularmente venezolanas, sino que también debe ser el
espacio para resaltar todo el esfuerzo editorial hecho desde el
Estado venezolano y desde colectivos privados y no gubernametales,
como cooperativas, fondos editoriales para visibilizar voces de
nuestra poesía que desde sus propuestas no hacen otra cosa que
ampliar y transformar los principios y preceptos, las estéticas y
los estilos de la poesía venezolana como género, que cada vez coge
más fuerza y gana más espacio entre los lectores.
Entre
otras cosas quizá la más importante de resaltar en los últimos
diez años ha sido por una parte la posibilidad real que como país
hemos tenido para elevar de forma masiva la producción editorial y
por otra parte la cantidad de poetas jóvenes que han visto
materializado un proyecto editorial, cosa imposible para las mayorías
en todo el siglo XX
Por ello este encuentro que convoca a
presentar en cierto sentido el modo como nos hemos aproximado a la
lectura de estos nuevos actores y creadores, en cierta forma amplía
la ruta de todo libro que en cierta medida espera ser reseñado, o
tocado por la crítica para cumplir con un ciclo que ilustre a los
lectores en esa lectura crítica
que bien señala Juan Antonio Calzadilla en “Modulo
para talleres de promoción de lectura”
y nos lleva a colectivizar la mirada a nuestros autores
contemporáneos. Afortunadamente queda lluvia por caer. Y sobre ella
voy a tratar de coloquiar en este encuentro. Sobre una de sus formas
manifiestas “el temporal”.
Es
la lluvia, símbolo renovador de la fertilidad, elixir creador, capaz
de fundir semilla y tierra para renovar la vida. La lluvia limpia el
paisaje y lo transforma. Renueva la naturaleza, restaura la idea
primigenia de la creación. Restaura el ciclo del agua como símbolo
permanente de renacer. Sus aguas mueven nuestro espíritu y lo
conectan con múltiples sensaciones, la lluvia exorciza los males del
espíritu y hace visible nuestro estado de ánimo.
Quizá
sea la nostalgia que nos envuelve en cada lluvia y el deseo de
superarla la que permitió dar origen a la vida humana en la tierra.
Es
la lluvia de Kattia Piñango (1975) que llega como llovizna fresca
que baña la urbe y refresca el imaginario de nuestras ciudades,
amplias y sin márgenes.
El
margen en la ciudad lo impuso la colonia junto al burgués, al
párroco y al alcalde, pero las ciudades funcionan, se desarrollan,
se transforman y se reinventan a cada segundo desde múltiples
escenarios.
Lo
que ayer fue fiel estética de una tradición colonial, hoy esta
trastocada por las nuevas generaciones, por las condiciones
geográficas, climáticas, sociales, políticas, culturales, su
ritmo define el desarrollo de una nueva geopolítica de las urbes.
Temporal,
libro editado por la Cooperativa Editorial La Mancha (2008) y
reeditado en una coedición junto al la Fundación Editorial el perro
y la rana (2010), es ese viento fuerte en el que se debate nuestro
espíritu cercano a ser tormenta, cercano a la calma. Es la tensión
que nos hace humanos y animales, que permite que la calma no nos
duerma por completo y que la tormenta no nos arrastre al fin. Por lo
tanto no es el cuento de Isabel viendo llover sobre Macondo. En este
poemario nuestra poeta avanza, evoluciona, reflexiona bajo una lluvia
permanente que se desata en todo el libro con una dialéctica del
siglo XXI.
Temporal
es el rito que la naturaleza le brinda a la ciudad devolviéndole lo
que sus ancestros hicieron para con ella. Es el rito que se cumple
más allá de la evocación. Se manifiesta en cada espacio de esta
ciudad para dar testimonio de vida. La vida que sucede, que se
realiza que se desarrolla y sigue su curso en esta ciudad donde tú
decides ser protagonista, espectador o ambos roles, pero jamás
tendrás la opción de ser inanimada estatua.
En
Temporal
siempre está presente la lluvia en múltiples formas, en sensaciones
e imágenes, en sentido pero en algún momento cesa:
Al
fin la lluvia dejó su parranda interminable
secándose
sobre los techos de zinc
En
esos momentos la ciudad y sus ciudadanos se restauran, se engrandecen
los oficios y como si nuevamente germinará en un semillero, la vida
renace, se reinventa y con alegría o con dolor salimos a darle curso
a nuestros sueños.
La
lluvia es ese espacio que también nos detiene para hacernos pensar
cuán carcomidos estamos por una ciudad que decidió ser inhumana y
nos roe el espíritu, nos muele y remuele aspirando convertirnos en
autómatas.
Nos
hace pensar y vernos hundidos en una dinámica de tráficos, de
gentes colgadas en el autobús, de oficinas públicas que se asemejan
a cárceles, donde la burocracia y la rutina son fuerzas estériles.
Una
lluvia que nos da tiempo para reflexionar sobre la dinámica a la que
quiere condenarse a la mujer como producto, sexual, mercantil, banal.
Es
en este punto donde el temporal sopla con mayor fuerza y se hace ver
como una voz contestataria, donde nuestra poeta desde su voz de mujer
se impone como renovación y reivindicación de género, y se niega a
ser objeto, sin ser víctima, denuncia, no a un individuo sino a un
sistema que pretende condenar a la veneración banal del objeto mujer
a todo lo que constituye la naturaleza de la mujer.
La
lluvia fertiliza y la mujer no niega las dimensiones del amor de
pareja y exalta la condición de madre, sin dejarse manipular. La
mujer no es el sexo débil y tampoco es la tirana que sustituye al
machismo. En Temporal el ser está ligado a la esencia humana y esa
esencia no es condicionada por el rol que se tenga que jugar en algún
momento. Para la Poeta el lema es:
ni
hija ni madre ni padre
ser
es primero
Kattia
Piñango es la poeta que se hace del verso libre para irrumpir en la
primera década del siglo XXI con una voz que denuncia sin ser
panfleto, que seduce sin edulcorar, y que deja sentada su posición
de mujer combatiente con la palabra que en su denuncia moja, humedece
y empapa su compromiso social y político.
Sin
hacer de su poesía un vulgar panfleto, fractura las estéticas
tradicionales del poema amoroso, aunque el amor circule en sus versos
como el agua del río en sus cauces, como la lluvia en la ciudad, no
se deja seducir por las trampas esteticistas de la mal llamada
belleza burguesa. Lo doméstico en su poema es la lucha de la mujer
por sobrevivir a un sistema que pretende condenarla al silencio, y
que se niega a dejar que este la engulla.
En
estos poemas realza la realidad de la mujer latinoamericana que sale
todos los días a construir una nación a desarrollar un país a
realizar un sueño. El sueño de los pueblos, de las barriadas, de
los campos.
Latinoamérica
camina en este temporal. Y sobretodo el Caribe y sus estéticas. La
salsa se deja colar en los epígrafes como eco que talla su
propuesta, como la crónica que desnuda amores, que refunda
escaleras, que se abre paso, a tiempos mejores.
La
violencia de las calles sube y baja las escaleras de este libro, pero
no es cliché, no doblega, no aterra, se vive a pesar de ella y se
combate con trabajo, con sueños, con solidaridad.
En
Temporal,
Kattia Piñango no inventa un país, exalta el país real, exalta la
ciudad real y el barrio real, con sus aciertos y sus fallas.
Ella
rompe el cliché que quieren imponerles a nuestras mujeres, y lo
denuncia abiertamente:
yo
no modelo camino.
Y
yo asumo este lema de Kattia Piñango que al igual que muchas mujeres
del siglo XXI en este trabajo poético renuncia a modelarle a un
sistema consumista. La poeta se niega a ser objeto de consumo y
mercancía y por ello camina hacia adelante, avanza, no se deja
envolver por un sistema de consumismo, de banalidad, camina y avanza
al igual que su viento interior al igual que hace avanzar impulsada
por un temporal a la gente de la Cota 905, del barrio San Miguel, a
esas mujeres que aún estando en sus casas avanzan, porque desde allí
forman a sus hijos para el trabajo, para el estudio, para el amor.
Sirva
este temporal para leer la estética de aquellas mujeres que se
niegan en sus poemas a hacer crónicas sexuales, orgásmicas, que
están conscientes, que todo un sistema a diario cultiva la estética
de la opresión de la mujer mercancía. Ella niega en su verso la
posibilidad de convertirse en mujer de lata y denuncia:
Esta cara de este implacable espejo
reconoce que nada
se ha dicho que no sea en tu contra
y que solo basta nacer niña para oír
las voces
quejumbrosas que le reprochan su
imperfecta desnudez:
Agárrate bien a tu marido
(…)
cerveza-tetas,
cerveza-nalgas
cerveza-desnudez perfecta operada
cerveza-hembra
mujer-lata
Quiero
resaltar de manera especial la solidaridad de la poeta con las
mujeres que viven en zonas en conflicto, solidaridad que plasma
haciéndonos ver en sus versos, la suerte que se vive en estas
regiones y nos deja un espacio para que como metalectura
reflexionemos sobre qué tanto hacemos desde nuestra realidad para
que esta sea hábitat en estos escenarios de terror:
Creyeron que habían venido a salvar a
las mujeres y a los niños
pero se llevaron sus pertenencias
Una a una de las mujeres recogieron en
una maleta improvisada
los recuerdos de aquel lugar
para los niños y las niñas no hubo
juguete de recuerdo
aquellos que vinieron a salvarlos se
fueron con las ruinas e
instauraron el silencio.
Temporal
es una experiencia que se quedará en el lector acelerando
la mirada hacia otras lluvias, que permitirá leer a la ciudad desde
las aguas que corren barrio abajo, que limpian, que renuevan y de
seguro le dará un toque particular a la bohemia, a la forma de
fumarnos el mundo, de reinventarlo, de lloverlo.
Kattia
Piñango no pacta con la banalidad, con las poses, con el
preciosismo. Que pasó por la Academia, bebió, pero también ofreció
sus aguas, y rompe en su escritura con todo lo que nos dicen las
escuelas de Letras sobre el tema que debe ser la poesía. En ella no
encontraremos un verso preciosista, ella canta desde sus adentros,
desde el alma desde la entraña, y no maquilla su verso, lo presenta
como testimonio de un momento social, político y cultural.
La
celebro y la siento cercana a voces como las de nuestra reina del
desenfado, de la irreverencia y la denuncia Lydda Franco Farías, y a
su verso
“no
nací para ocupar un espacio y nada más”, a Alejandra Pizarnik, a
Olga Orozco y a las grandes latinoamericanas que saben cantar de otra
manera. Temporal
es el inicio de un tránsito por las letras que consolidarán su voz
como una de las fuertes de la poesía venezolana contemporánea.
Nuestra
querida poeta formó parte de la antología Amanecieron
de bala (2007),
editada por el perro y la rana, y su presencia en esta antología es
también signo de una generación que se rebela contra las formas
tradicionales de la poesía, ella junto a otras voces, se hace sentir
como una generación que ya tiene un espacio en la literatura
venezolana.
Pero
en Temporal
deja su testimonio personal, su propuesta poética, eleva la
condición de la mujer latinoamericana, realza las dimensiones de la
ciudad, critica la burocracia, el consumismo, el machismo y deja ver
a partir de este su primer libro, todo el impulso que está dispuesta
a dar desde el género poético a nuestras letras contemporáneas.
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