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FLORENTINO Y EL DIABLO
En Florentino y el Diablo, Alberto Arvelo Torrealba representa la lucha entre el bien y el mal, en ella recrea el ingenio del hombre llanero, desde un discurso poético manifiesto a través de la copla, se exalta la belleza del paisaje y la geografía de la región, y se hace uso del lenguaje del llanero, dandole versatilidad, ritmo y expresividad. En esta obra el hombre vence al diablo en un reto y de esta manera se impone el bien sobre el mal y a su vez se impone la grandeza del hombre sobre la arrogancia y la prepotencia del Diablo. Esta obra maestra de la poesia venezolana es comparada por algunos con el Fausto de Goethe.
Esta obra poética y musical ha sido rescatada y resemantizada en el imaginario venezolano, desde el escenario político y cultural y gracias a ello han logrado empoderarse esta obra y su autor como piezas poéticas fundamentales en la historia de la poesía venezolana contemporanea. Es una pieza que todo venezolano y latinoamericano debe conocer, disfrutar y promover, en ella se resume la identidad del llanero venezolano, del gaucho argentino, del charro mexicano, del campesino y hombre del campo, del gran latinoamericano.
José Javier Sánchez
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Florentino
y el Diablo de Alberto
Arvelo Torrealba
por Osvaldo Santibáñez
Florentino era el mejor jinete y coplero de los llanos. Una noche,
cabalgando solo por la llanura para asistir a un joropo en un pueblo
cercano, notó que de lejos lo seguía otro hombre todo vestido de negro
que parecía ir a la misma fiesta.
Cuando comenzó el joropo y Florentino se preparó a cantar, el extraño
invitado lo desafió a contrapuntear con él. Florentino aceptó y a medida
que se cruzaban las coplas, se dio cuenta de que su adversario era el
Diablo y que si perdía en el contrapunteo, perdería su alma. Pero su
habilidad como improvisador y su fé mantuvieron al Diablo ocupado
cantando toda la noche sin que Florentino se rindiera ni equivocara una
rima. Al salir el sol, el Diablo tuvo que desaparecer completamente
derrotado. Alberto Arvelo Torrealba escribió un poema monumental
narrando el contrapunteo entre Florentino y el Diablo.
La confrontación entre Florentino, el más famoso de los cantadores
llaneros, y el Diablo, se desarrolla en varias escenas. La primera de
ellas corresponde al Reto; en ella, en algún paraje desolado del verano
llanero, El Diablo se cruza con Florentino, caballeros ambos, y lo
desafía a un contrapunteo en lugar y oportunidad allí señalados.
La segunda nos representa a Florentino en el sitio convenido, cantando y
a la espera del retador, quien no tarda en presentarse. De esta manera
se inicia de inmediato el contrapunteo tramado con bandola o arpa,
cuatro y maracas, al final del cual, El Diablo es derrotado. Algunos
dicen que por la salida del sol; otros, por el conjuro de los santos,
pero el hecho es que desaparece. La leyenda que recorre los llanos
sugiere que, luego del encuentro, Florentino nunca más volvió a cantar.
Para algunos investigadores e historiadores, no es casual que Alberto
Arvelo Torrealba haya decidido dar vida a estos personajes en Santa
Inés, escenario clave en la historia de Venezuela ya que es el mismo
lugar donde el general Ezequiel Zamora ganó la batalla contra el
ejército centralista que defendía a la oligarquía venezolana. Santa
Inés, lugar donde «El Catire», Florentino, retó a Satanás y salió
airoso.
La leyenda de Florentino y el Diablo también fue revivida por Rómulo
Gallegos en su novela Cantaclaro. «Florentino, el catire quitapesares,
era el mejor de los copleros. Infaltable en todos los joropos y fiestas
del Llano, nadie podía derrotarlo en sus contrapunteos. El propio
Diablo, envidioso de los triunfos de Florentino, decidió retarlo a un
duelo de coplas», escribió Gallegos.
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El Pacto Con el Diablo
Por: Manuel Vicente Monasterios G.
Desde
el inicio de los tiempos está presente, en todas las culturas, la lucha
entre el bien y el mal. En el imaginario popular la figura del mal
adquiere nombre y apellido, la literatura recoge bajo diversas formas la
agonía de esa lucha, de los pactos y de las ambiciones. El Dr. Fausto,
Mefistófeles, Florentino y el Diablo. Francisco el Hombre, el
acordeonero del vallenato que vence en duelo musical al mismo diablo.
Desde la Patagonia hasta Norteamérica la tradición y la leyenda se
mezclan con las creencias populares.
Desde
el inicio de los tiempos está presente, en todas las culturas, la lucha
entre el bien y el mal. En el imaginario popular la figura del mal
adquiere nombre y apellido, la literatura recoge bajo diversas formas la
agonía de esa lucha, de los pactos y de las ambiciones. El Dr. Fausto,
Mefistófeles, Florentino y el Diablo. Francisco el Hombre, el
acordeonero del vallenato que vence en duelo musical al mismo diablo.
Desde la Patagonia hasta Norteamérica la tradición y la leyenda se
mezclan con las creencias populares.
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I
El reto
El coplero Florentino
por el
ancho terraplén
caminos del Desamparo
desanda a golpe de seis.
Puntero en la soledad
que
enlutan llamas de ayer,
macolla de tierra errante
le nace bajo
el corcel.
Ojo ciego el lagunazo
sin garza, junco ni grey,
dura
cuenca enterronada
donde el casco da traspié.
Los escuálidos
espinos
desnudan su amarillez,
las chicharras atolondran
el
cenizo anochecer.
Parece que para el mundo
la palma sin un
vaivén.
El coplero solitario
vive su
grave altivez
de ir caminando el erial
como quien pisa
vergel.
En el caño de Las Ánimas
se para muerto de sed.
y
en las patas del castaño
ve lo claro del jagüey.
El cacho de beber tira,
en
agua lo oye caer;
cuando lo va levantando
se le salpican los
pies,
pero del cuerno vacío
ni gota pudo beber.
Vuelve a tirarlo y salpica
el
agua clara otra vez,
mas sólo arena sus ojos
en el turbio
fondo ven.
Soplo de quema el suspiro,
paso
llano el palafrén,
mirada y rumbo el coplero
pone para su
caney,
cuando con trote sombrío
oye un jinete tras él.
Negra se le ve la manta,
negro
el caballo también;
bajo el negro pelo'e guama
la cara no se
le ve.
Pasa cantando una copla
sin
la mirada volver:
—
Amigo, por si se
atreve,
aguárdeme en Santa Inés,
que yo lo voy a buscar
para
cantar con usté.
Mala sombra del
espanto
cruza por el terraplén.
Vaqueros de lejanía
la
acompañan en tropel;
la encobijan y la borran
pajas del
anochecer.
Florentino taciturno
coge el
banco de través.
Puntero en la soledad
que enlutan llamas de
ayer
parece que va soñando
con la sabana en la sien.
En un
verso largo y hondo
se le estira el tono fiel:
Sabana, sabana, tierra
que
hace sudar y querer,
parada con tanto rumbo,
con agua y muerta
de sed,
una con mi alma en lo sola,
una con Dios en la
fe;
sobre tu pecho desnudo
yo me paro a responder:
sepa el
cantador sombrío
que yo cumplo con mi ley
y como canté con
todos
tengo que cantar con él.
II
La porfía
Noche de fiero chubasco
por
la enlutada llanura,
y de encendidas chipolas
que el rancho del
peón alumbran.
Adentro suena el capacho,
afuera bate la
lluvia;
vena en corazón de cedro
el bordón mana ternura;
no
lejos asoma el río
pecho de sabana sucia;
más allá coros
errantes,
ventarrón de negra furia,
y mientras teje el
joropo
bandoleras amarguras
el rayo a la palma sola
le tira
señeras puntas.
Súbito un hombre en la
puerta:
indio de grave postura,
ojos negros, pelo negro,
frente
dé cálida arruga,
pelo de guama luciente
que con el candil
relumbra.
Un golpe de viento guapo
le
pone a volar la blusa,
y se le ve jeme y medio
de puñal en la
cintura.
Entra callado y se apuesta
para el lado de la
música.
Oiga vale, ese es el Diablo.
—La voz por la sala
cruza.
Mírelo cómo llegó
con
tanto barrial y lluvia,
planchada y seca la ropa,
sin cobija ni
montura.
Dicen que pasó temprano,
como quien viene de
Nutrias,
con un oscuro bonguero
por el paso de Las Brujas.
Florentino está silbando
sones
de añeja bravura
y su diestra echa a volar
ansias que pisa la
zurda,
cuando el indio pico de oro
con su canto lo saluda.
EL DIABLO
Catire quita
pesares
contésteme esta pregunta:
¿Cuál es el gallo que
siempre
lleva ventaja en la lucha
y aunque le den en el
pico
tiene picada segura?
FLORENTINO
Tiene picada
segura
el gallo que se rebate
y no se atraviesa nunca,
bueno
si tira de pie,
mejor si pica en la pluma.
EL DIABLO
Mejor si pica en
la pluma.
Si sabe tanto de todo
diga cuál es la
república
donde el tesoro es botín
sin dificultá ninguna.
FLORENTINO
Sin dificultá
ninguna,
la colmena en el papayo
que es palo de blanda
pulpa:
el que no carga machete
saca la miel con las uñas.
EL DIABLO
Saca la miel con
las uñas.
Contésteme la tercera
si respondió la segunda,
y
diga si anduvo tanta
sabana sin sol ni luna
quién es el que
bebe arena
en la noche más oscura.
FLORENTINO
En la noche más
oscura
no quiero ocultar mi sombra
ni me espanto de la suya.
Lo
malo no es el lanzazo
sino quien no lo retruca:
tiene que beber
arena
el que no bebe agua nunca.
EL DIABLO
El que no bebe
agua nunca.
Así cualquiera responde
barajando la pregunta.
Si
sabe dé su razón
y si no, no dé ninguna:
¿Quién mitiga el fuego
amargo
en jagüey de arena pura,
quién mata la sed sin agua
en
la soledad profunda?
FLORENTINO
En la soledad
profunda
el pecho del medanal,
el romance que lo arrulla,
la
conseja que lo abisma,
el ánima que lo cruza,
la noche que lo
encobija,
el soplo que lo desnuda,
la palma que lo custodia,
el
lucero que lo alumbra.
¿Qué culpa tengo señores
si me
encuentra el que me busca?
EL DIABLO
Si me encuentra el
que me busca
el susto lo descarea.
Falta un cuarto pá'la
una
cuando el candil parpadea,
cuando el espanto sin rumbo
con
su dolor sabanea,
cuando Florentino calla
porque se le va la
idea,
cuando canta la pavita,
cuando el gallo menudea.
FLORENTlNO
Cuando el gallo
menudea
la garganta se me afina
y el juicio se me clarea.
Yo
soy como el espinito
que en la sabana florea:
le doy aroma al
que pasa
y espino al que me menea.
EL DIABLO
Espino al que me
menea.
No le envidio al espinito
las galas de que
alardea:
cuando la candela pasa
la pata se le negrea.
Con
plantaje y bulla de ala
no se cobra la pelea.
Vaya poniéndose
alante
pá'que en lo oscuro me vea.
FLORENTINO
Pá'que en lo
oscuro me vea.
Amigo no arrime tanto
que el bicho se le
chacea.
Atrás y alante es lo mismo
pá'l que no carga
manea.
El que va atrás ve pá'lante
y el que va alante voltea.
EL DIABLO
El que va alante
voltea
a contemplar lo que sube
borrando lo que verdea:
en
invierno el aguazal,
en verano la humarea.
Me gusta cantar al
raso
de noche cuando ventea
porque así es como se sabe
quién
mejor contrapuntea.
FLORENTINO
Quien mejor
contrapuntea
hace sus tratos de día
y trabaja por
tarea.
"¡Cójame ese trompo en la uña
a ver si
taratatea!".
Ni que yo fuera lechuza
en campanario de
aldea
para cantar en lo oscuro
con esta noche tan fea.
EL DIABLO
Con esta noche tan
fea
una cosa piensa el burro
y otra el que arriba lo
arrea.
¡Ay, catire Florentino!
escuche a quien lo
previene:
déle tregua a la porfia
pá'que tome y se serene
si
no quiere que le falle
la voz cuando se condene.
FLORENTINO
La voz cuando se
condene.
Mientras el cuatro me afine
y la maraca resuene
no
hay espuela que me apure
ni bozal que me sofrene,
ni quien me
obligue a beber
en tapara que otro llene.
Coplero que canta y
toca
su justa ventaja tiene:
toca cuando le da gana,
canta
cuando le conviene.
EL DIABLO
Canta cuando le
conviene.
Si su destino es porfiar
aunque llueva y aunque
truene
le voy a participar,
amigo, que en este duelo
yo no
le vengo a brindar
miel de aricas con buñuelo.
Si se pone
malicioso
no me extraña su recelo,
que al que lo mordió
macagua
bejuco le para el pelo.
FLORENTINO
Bejuco le para el
pelo.
Contra un jiro atravesao
yo mi pollo ni lo amuelo.
Entre
cantadores canto,
entre machos me rebelo,
entre mujeres me
sobra
muselina y terciopelo,
cuando una me dice adiós
a
otra le pido consuelo.
Desde cuando yo volaba
paraparas del
rayuelo
vide con la noche oscura
la Cruz de Mayo en el cielo.
EL DIABLO
La Cruz de Mayo en
el cielo.
A mí no me espantan sombras
ni con luces me
desvelo:
con el sol soy gavilán
y en la oscuridá
mochuelo,
familia de alcaraván
canto mejor cuando
vuelo;
también como la guabina
si me agarra me le
pelo,
también soy caimán cebao
que en boca'e caño lo velo.
FLORENTINO
Que en boca'e
caño lo velo.
Me acordé de aquel corrío
que me lo enseñó
mi abuelo:
Velando al que nunca pasa
el vivo se quedó
lelo,
para caimán el arpón
para guabina el anzuelo,
patiquín
que estriba corto
no corre caballo en pelo.
¿Con qué se seca
la cara
el que no carga pañuelo?
¿Pá'qué se limpia las
patas
el que va a dormí en el suelo?
EL DIABLO
El que va a dormí
en el suelo
pega en la tierra el oío:
si tiene el sueño
liviano
nunca lo matan dormío.
Los gallos están
cantando,
escúcheles los cantíos,
los perros están
aullando,
recuerde lo convenío.
"Zamuros de la Barrosa
del
alcornocal del Frío
albricias pido señores
que ya Florentino
es mío".
FLORENTINO
Que ya Florentino
es mio.
¡Ñéngueres de Banco Seco!
¡taro-taros del
Pionío!Si usté dice que soy suyo
será que me le he
vendío,
si me le vendí me paga
porque yo a nadie le fío.
Yo
no soy rancho veguero
que le mete el agua el río,
yo no soy
pájaro bobo
pá'estar calentando nío.
EL DIABLO
Pá'estar
calentando nío.
No sé si es pájaro bobo
pero va por un
tendío
con la fatiga del remo
en el golpe mal medío;
y en
la orilla del silencio
se le anudará el tañío
cuando yo
mande a parar
el trueno y el desafío.
FLORENTINO
El trueno y el
desafío.
Me gusta escuchar el rayo
aunque me deje aturdío,
me
gusta correr chubasco
si el viento lleva tronío.
Águila sobre
la quema,
reto del toro bravío.
Cuando esas voces me
llaman
siempre les he respondío.
¡Cómo me puede
callar
coplero recién vestío!
EL DIABLO
Coplero recién
vestío,
mano a mano y pecho a pecho
ando atizándome el
brío
con el fuego del romance
que es don de mi
señorío.
Relámpagos me alumbraron
desde el horizonte
ardío
nariceando cimarrones
y sangrando a los rendíos
con
la punta'e mi puñal
que duele y da escalofrío.
FLORENTINO
Que duele y da
escalofrío...
Dáme campo pensamiento
y dáme rienda
albedrío
pá'enseñarle al que no sabe
a rematar uh
corrío.
Cimarrones hay que verlos,
de mautes no le
porfío;
puñal, sáquelo si quiere
a ver si repongo el
mío.
Duele lo que se perdió
cuando no se ha defendío.
EL DIABLO
Cuando no se ha
defendío
lo que se perdió no importa
si está de pies el
vencío.
porque el orgullo indomable
vale más que el bien
perdío.
Por eso es que me lo llevo
con la nada por avío
en
bongo de veinte varas
que tiene un golpe sombrío.
Y vuelvo a
cambiarle el pie
a ver si topa el atajo.
FLORENTINO
A ver si topa el
atajo.
Cuando se fajan me gusta
porque yo también me
fajo.
"Zamuros de la Barrosa
del alcornocal de
abajo:
ahora verán, señores,
al Diablo pasar trabajo".
EL DIABLO
Al Diablo pasar
trabajo.
No miente al que no conoce
ni finja ese
desparpajo,
mire que por esta tierra
no es primera vez que
viajo,
y aquí saben los señores
que cuando la punta encajo
al
mismo limón chiquito
me lo chupo gajo a gajo.
FLORENTINO
Me lo chupo gajo
a gajo.
Usté que se alza el copete
y yo que se lo rebajo.
No
se asusten compañeros,
déjenlo que yo lo atajo,
déjenlo que
pare suertes,
yo sabré si le barajo;
déjenlo que suelte el
bongo
pá'que le coja agua abajo;
antes que Dios amanezca
se
lo lleva quien lo trajo;
alante el caballo fino,
atrás el
burro marrajo.
¡Quién ha visto dorodoro
cantando con
arrendajo!
Si me cambió el consonante
yo se lo puedo cambiar.
EL DIABLO
Yo se lo puedo
cambiar.
Los graves y los agudos
a mí lo mismo me dan,
porque
yo eché mi destino
sobre el nunca y el jamás.
¡Ay! catire
Florentino,
cantor de pecho cabal,
qué tenebroso el camino
que
nunca desandará,
sin alante, sin arriba,
sin orilla y sin
atrás.
Ya no valen su baquía,
su fe ni su facultá
catire
quitapesares
arrendajo y turupial.
FLORENTINO
Arrendajo y
turupial.
De andar solo esa vereda
los pies se le han de
secar,
y se le hará más profunda
la mala arruga en la
faz;
porque mientras llano y cielo
me den de luz su
caudal,
mientras la voz se me escuche
por sobre la tempestá,
yo
soy quien marco mi rumbo
con el timón del cantar.
Y si al
dicho pido ayuda
aplíquese esta verdá:
que no manda
marinero
donde manda capitán.
EL DIABLO
Donde manda
capitán
usted es vela caída,
yo altivo son de la mar.
Ceniza
será su voz,
rescoldo de muerto afán
sed será su última
huella
náufraga en el arenal,
humo serán sus caminos,
piedra
sus sueños serán,
carbón será su recuerdo,
lo negro en la
eternidá,
para que no me responda
ni se me resista
más.
Capitán de la Tiniebla
es quien lo viene a buscar.
FLORENTINO
Es quien lo viene
a buscar.
Mucho gusto en conocerlo
tengo señor
Satanás.
Zamuros de la Barrosa
salgan del Arcornocal
que al
Diablo lo cogió el día
queriéndome atropellar.
Sácame de
aquí con Dios
Virgen de la Soledá,
Virgen del Carmen
bendita,
sagrada Virgen del Real,
tierna Virgen del
Socorro,
dulce Virgen de la Paz,
Virgen de la Coromoto,
Virgen
de Chiquinquirá,
piadosa Virgen del Valle,
santa Virgen del
Pilar,
Fiel Madre de los Dolores
dáme el fulgor que tú das.
¡San Miguel! dame tu
escudo,
tu rejón y tu puñal,
Niño de Atocha
bendito,
Santísima Trinidá.
(En compases de silencio
negro
bongo que echa a andar.
¡Salud, señores! El alba
bebiendo en
el paso real).
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(1905-1971)
Alberto Arvelo
Torrealba
nació el 30 de septiembre de 1905
en Barinas. Murió el 28 de marzo de 1971 en Caracas. Poeta,
abogado, político, diplomático, educador y ensayista.
En la Universidad Central
de Venezuela obtuvo el grado de doctor en Ciencias Políticas (1935).
Ejerció la docencia y desempeñó altos cargos públicos,
entre ellos: Presidente del Consejo Técnico de Educación en 1940,
gobernador del Estado Barinas entre 1941 y 1944, Consejero de la
Embajada de Francia, Embajador Extraordinario de Venezuela en Bolivia
(1952), Embajador en Italia, Ministro de Agricultura y Cría (1953).
En 1968 fue elegido Individuo de Número de la Academia de la
Lengua. En 1966 obtuvo el premio Nacional de Literatura,
Mención Prosa, por su ensayo: Lazo Martí: vigencia en lejanía.
Otras obras suyas fueron Música de cuatro (1928), Cantas
(1932), Glosas al cancionero (1940), Florentino y el Diablo
(1940/1957) y Caminos que andan (1952).
Tras una aparente y
engañosa ubicación dentro del Criollismo y del Nativismo, Alberto
Arvelo Torrealba nos ofrece una poesía de gran fuerza lírica y
épica, a la cual no son ajenas las reflexiones filosóficas y
existenciales, aunque sin disminuir ni enajenar la intensidad
estética. La gran popularidad de sus versos se explica por los temas
sacados de la vida y del paisaje cotidiano del habitante de las
llanuras venezolanas, y por el uso de formas métricas y estróficas
de atractiva sonoridad y de larga tradición popular, heredada de
nuestro pasado hispánico: el octosílabo, la copla, la décima o
espinela, el romance... Pero sus imágenes son muchas veces
herméticas, producto de una elaboración poética rica y compleja,
con los recursos de una vasta cultura.
Sus
versos, además, responden a una vocación profundamente humana y
universal. Un profundo contenido reflexivo, netamente existencial,
que universaliza la angustia del poeta ante el mundo y la vida, y la
expresión estética ricamente elaborada, trasvasada en imágenes de
la más variada especie, aun sin dejar de apoyarse en un lenguaje a
veces, pero no siempre, típicamente popular, y muy frecuentemente
traducida en imágenes herméticas, cuya forma popular esconde la
dificultad para captar plenamente su sentido. La riqueza creadora de
Arvelo Torrealba es tal, en efecto, que es frecuente encontrar
décimas, por ejemplo, en las cuales prácticamente todos sus versos
contienen imágenes de hermosísima factura, aunque a menudo de
difícil comprensión.
La calificación de
Arvelo Torrealba como «poeta nativista» nos parece hoy bastante
discutible. No porque en su poesía no se cante, efectivamente, al
paisaje y, en general, a la naturaleza venezolana, sino porque al
lado de esto hay también en sus versos otros elementos, a nuestro
juicio más importantes y definitorios, pero que la utilización,
casi excluyente, del verso octosílabo, la cuarteta y otros recursos
característicos de la poesía popular dominante en los llanos
venezolanos, ha hecho que aquellos elementos pasen un tanto
inadvertidos, incluso para críticos generalmente muy sagaces.
A.M.R.
Tomado de Obra
poética. Monte Ávila Editores. Caracas – Venezuela, 1999.