martes, 31 de marzo de 2015

Nóveles laureados. Cinco voces que harán vibrar la nueva poesía venezolana.

Nóveles laureados.




Cinco voces que harán vibrar la nueva poesía venezolana.




La poesía siempre llega para quedarse. Siempre se queda para seguir llegando a cada rincón de nuestra entraña, de nuestro músculo vital, de nuestra epidermis. La sensibilidad en ella, se mide por distintas emociones y sentimientos. La furia de sus mares nos lleva a naufragios donde solo sobrevivimos por que aspiramos seguir profundizando en cada verso, en cada metáfora, en cada giro o recurso, del que se apropia el poeta, para permitirnos seguir dándole sentido a la existencia.
En la poesía no hay frontera, ni punto, ni raya, que nos límite a esculcar nuestro interior desde el espejo del otro, del poeta. Sí, los poetas son nuestro espejo y a su vez nosotros reflejamos sus palabras con nuestros actos, nuestros silencios, nuestro desconocimiento total o parcial de eso en lo que puede llegar a convertirse el lenguaje.
Escribo estas palabras como un juego surrealista, movido por una lectura que dejó a su vez movidos a un centenar de personas hace algunos días. La excusa fue Filven 2015. El lugar fue un anfiteatro, en el eje del buen vivir, tomado por los dioses, para entre risas de estudiantes, besos de enamorados, lentes fotográficos, humos de marihuana, achaques de viejitas, conversas bizantinas, ebriedad de cocuy, hacernos escuchar. 
Un recital que nos dejó la satisfacción del poema en la sangre
El objetivo de ese encuentro fue escuchar lo novel. Pero cuanto de antiguo hay en cada verso, cuanta historia se comprime en una imagen, cuanto dibuja una frase, cuanto transforma al espíritu escucharle.
Los responsables de este bello gesto, Diana Moncada, Jesús Montoya, Oriette Delgado, Cristobal Alva y Carlos Zarzalejo. Cinco poetas ganadores del Concurso para obras de autores inéditos de Monte Ávila Editores, inéditos pero con un camino recorrido unas cuadras mas que otras, en ese mágico oficio de escribir, armados de lectura, tratando de consolidar su voz, unos mas fuertes, otros mas desenfadados, otros mas detallistas, otros mas descarnados, otros mas místicos, pero todos convencidos de ejercer este oficio, este rol, este arte.
Escribo para que leas, pero muy en el fondo para que escuches. Estas voces que traigo son uva fresca, por macerar, elixir del encanto, leche de mujer amada, calostro que ofrece alimento suave a tu espíritu  pero también desenfado, grito contra el abuso de poder, contra el racismo, contra la discriminación, contra la estafa.


Estas voces me encontraron, como a ti te encontrará la poesía en cualquier lugar donde te escondas. Aquí te las dejo lector, para que digas.



Foto: Jonathan Contreras


Diana Moncada 
(Caracas,1989)



Periodista egresada de la Universidad Católica Santa Rosa, interesada en la investigación, difusión y promoción de las artes. Ha realizado talleres de poesía en Monte Ávila Editores. Es miembro del Colectivo Letra Franca. Ha participado como investigadora en tres ediciones del proyecto Muestra Valoración del Patrimonio Teatral Venezolano del Centro Nacional de Teatro. Recientemente ha aperturado un espacio virtual para la literatura, el arte y el desarrollo de perfiles de escritores y artistas contemporáneos llamado Antología de la conmoción. Ganó en 2013 el Concurso Autores Inéditos de Monte Ávila Editores por su poemario Cuerpo Crepuscular.



Breve selección



Soy yo que canto. Olvida que soy tu presa
Floriano Martins



Habito en el delirio borroso del que me sigue soñando.
Sigo siendo la demencia alojada en esos ojos dormidos
la presa del ave perdida
que me busca en el dolor de su ceguera
susurrándome oraciones inútiles
que intento atajar en esta fiebre de creer
de sabernos.
Yo le busco también
le busco
pero no puedo soñar
he despertado para siempre
y la muerte comienza
cuando los ojos se abren.



***



Quiero nacer
quiero
desprenderme de esta sangre
despoblarme de esta muerte
desnudarme de este rostro.
Abrir las piernas entre árboles hinchados
y engendrar las selvas donde el deseo brote ciego.

Quiero
asomar mi cabeza entre los labios del mundo
lamer la noche hasta dejarla blanca
perseguir los latidos de mi pubis convulsionado
y salvarme de mí
de la rota
de la incompleta

Quiero poder nacer
nacer por fin
nacer cuerpo
ser un cuerpo alboreado.



***



Aun espero

que humedezcas mis tierras

con tu lluvia entrañable

de cielo herido.



***



Estoy hecha de pájaros
mis pechos abren sus alas temblorosas
la grieta entre mis piernas
siembra quimeras de crepúsculos suicidas
el azul que desfallece
despoja sus ruinas en mis templos oscuros
en mis cavernas sin tiempo
de donde descienden los vapores enrarecidos
el sol hinchado se añeja en el vientre
y los pájaros huyen inflamados
y la noche me llueve
me arroja
me da muerte.



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Oriette D’Angelo 
(Caracas, 1990)

Estudió Derecho en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Creadora de la plataforma literaria Digo.Palabra.txt (www.digopalabratxt.com). Fue Coordinadora Creativa de la revista digital Sorbo de Letras. Ganadora del Concurso para obras de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores (2014), con su poemario Cardiopatías. Obtuvo una mención en el Concurso Literario Nacional e Internacional “Palabras sin fronteras” (2013) de Bruma Ediciones (Argentina). Sus poemas aparecen en diversas antologías y revistas electrónicas. Maneja el blog personal http://oriettedangelo.blogspot.com y se desempeña como Social Media Manager.


Breve selección

Resistencia a la insulina
Pronto olvidarás que también eres agua
Chamuscarás tu lengua morada
mientras masticas el dulce
No querrás beber la pasta naranja
que te seca los labios y te revuelve el estómago
Te dirán que repitas el ciclo
una y otra vez
mientras te pegan el brazo a la mesa de las inyecciones
Aguantarás una aguja
dos
tres
[la pasta naranja se mezclará con tu sangre y dará el diagnóstico]
Pensarás en el antecedente:
el abuelo diabético que te dejó esta herencia
el pretexto que busca el dulce para ser ansiolítico
la excusa de los doctores para extraerte plaquetas.

¿Qué hacen con la sangre que sobra en los tubos de ensayo?
¿A dónde van a parar esos pequeños agentes
portadores de nuestra historia?
¿Dónde se nos olvida o se nos ubica?
¿Se nos desechan los genes
como muertos apilados en el cementerio?
¿O se conservan para herencias vivas
en gavetas de enfermeras?

El mundo se llena de nuestros tubos de ensayo
somos también sangre fría y congelada
portadora de enfermedades y de identidad genética
nadie igual a nosotros
todos iguales en los tubos
Venimos arrastrando el tipo de sangre de otro
mezclado con el otro
para ser otro
Sólo nos diferencia la enfermedad que escogemos
y la que nos imponen.





***


Teníamos a Selene
Recuerdo los violines y la luna. Al gato negro asomado en la ventana. Recuerdo My Selene porque i would bathe in your moonlight, and slumber in peace y todo estaba bien. Teníamos rosas de pixel y tinta en paredes de una casa incompleta. Teníamos la misma vieja historia para ser contada, y los gatos, y Cortázar y la sangre. Nunca tuvimos miedo a derramarnos. Recuerdo a Jodorowsky y los videos. Recuerdo a Fando y a Lis, y a Mali. Jugábamos a ser nuestra cura porque i'll see your smile as you call my name. La risa y los dibujos y las tres de la mañana. La política y la rebelión izquierdista de tu patria. Tu terremoto y mi vista al mar. La hipótesis del encuentro no planificado, la llamada con acentos disparejos. Pero aquí estoy, always waiting, searching for my rhyme. Teníamos todas las canciones de Los Bunkers tiradas en la mesa. Teníamos todas las ganas de mordernos los ojos. Teníamos al tarot y sus mensajes de guerra. Teníamos mi vida color Skittles. Teníamos la Isla de Friendship sólo para nosotros, pero decidiste abandonar el barco y esperar otro cielo, más lejano y sin mí.



***

Escalpelo
Holding the word scalpels on trembling lips
Stand straight, look me in the eye and say goodbye.
Jigsaw │Marillion

Brindo por el vientre al que le costó sangrar durante un año
y por la herida de aquel día que todavía muestra sus huesos
por el estómago que se contrae cada vez que las palabras arden
y por las cicatrices de mis piernas cuando avanzan a destiempo
por el dolor que me da llegar a las luces apagadas de mi casa
y por el vaso de agua que nadie ha recogido de mi cuarto
por todo lo que duele mi cocina
porque casi nunca siento hambre
por mi fecha de expedición extemporánea
por el cordón umbilical que me arranqué a mordiscos
por este útero roído de tanto examen
tanta condición mujer
tanta condición hombre
tanta condición cuchillo

Brindo porque se puede morir de huracanes
morir de país
/ de cuerpo sano
/ de cuerpo alegre
Se pueden sacrificar todas las cicatrices por ninguna
todos los paisajes por ninguno
ningún temblor por tus temblores
todos mis miedos por ninguno
y aun así me reviento ante el temor del escalpelo
y sangro.




***


Huesos y daños

Dijeron que podía quedarme ciega
y que a veces los tumores aparecen solos
Me recetaron una pastilla vencida
y la sangre se me retrasó toda una infancia
Me ofrecieron una operación de hambre
un trasplante de gusto
un cambio de oído
un esófago nuevo.

Tengo rota la columna
y un hueso desprendido que me duele en la conciencia
[genes propensos a quebrarse]
me inventé un cromosoma nuevo para no sufrir
llevo heridas que huelen a calcio
glóbulos rojos llenando vacíos
Estoy condenada a perder la memoria
[hemisferio cerebral atrapado en la gaveta]
sufro de despiste selectivo
y de mi vesícula sacan piedras para construir autopistas.
Estoy condenada a la fractura para ser ventana
que no es condena
si los huesos te sirven para escapar

Tengo una herencia de huesos y daños
y aun así me busco
la voluntad
de vivir.



***



[SALA DE EMERGENCIA]


Hemos recorrido más que el asfalto. Dejamos pasar avisos de tránsito que nos advertían del posible desastre. Nos convertimos en un accidente que dejó estragos. Explosión de guerra avisada. Te conocí cometiendo el delito de lanzar una bomba directo al miocardio. No medí los frenos, me automediqué y me provoqué una sobredosis. [no entiendo cómo se desintoxica una herida queriendo a alguien roto]. Aquí estamos, en el eco del olvido, en la catástrofe del metrónomo. Tenemos la cronología completa de los accidentes y el país nos ayuda a reinventar la historia. Pasamos las venas como pasamos la página, pero no olvidamos. He cometido el error de quererme poco y dejar que otros se den cuenta. Sin embargo, vuelvo sin venganza al accidente que fuiste y lo convierto en un vendaje para no mostrar el hueso. Coloco mi herida en la candela. Me revuelco en la miseria que dejaste. Y la muestro.





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Jesús Montoya
(Mérida, 1993)


Estudiante de Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana de la Universidad de Los Andes. Ganador en la mención de poesía por la obra Primer viaje del XXIII Concurso de cuento, poesía y ensayo, convocado por la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES) de la Universidad de Los Andes (2013). Con el libro Las noches de mis años obtuvo el premio en la mención de poesía de la edición XII del Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores Latinoamericana (2014). Asimismo, fue merecedor del primer lugar del XVII Concurso Nacional de Poesía Joven Lydda Franco Farías convocado por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello por la obra Fueron las olas (2014).




Breve selección



El gozo y la demencia pintan esta última historia que vengo dejando sin huellas.
Soy el camino que perdí.





***

Óigame,
óigame
como yo oí a tanta gente decir:
vamos, vámonos con la noche,
ahí cabemos todos,
como yo escuché gritar
botella
plaza
mano
corazón,
corazón al medio día.
Venga y enrédese y créame,
la vida no me cabe en una frase,
en un poema,
la vida me cabe en la vida
y más allá
oía yo decir tantas pero tantas cosas bellas,
ahogándome de risa con los amigos de los amigos,
ahogándome de risa para después
quedarme a solas
con la mañana repleta de hojas secas sobre el vientre,
sin una puta palabra por escribir,
con la voz entrecortada
y las voces de otros rompiéndome la cabeza.
Escúcheme que nadie oye mi llegada ni mis sueños,
deje caer sus oídos
sus ojitos negros
aquí.
Todos los días son una parranda
un sabor distinto
un color hermoso.
Tómeme la mano con fuerza,
le juro que me hace feliz,
y se lo digo a los muchachos
y se lo digo a usted:
no nos vendría mal otra noche,
subirnos uno a uno,
clavarnos las estrellas en los ojos,
bajarnos entero el firmamento
y devolverlo en la mañana.
Venga,
acérquese
escuche
una historia tensa
acalorada y musical,
una historia honesta.
Límpieme las ojeras del rostro,
sálveme de mis dudas.
Mis días
y mis noches tienen grietas,
tengo frío en las mañanas
mucho frío
y la muerte crece y crece en mis adentros
y me besa la frente al amanecer.
Escúcheme temblar
a toda hora
sin rumbo y sin caminos,
sosténgame en el aire,
aquí estamos perdidos.
Súbase a la noche,
frote su garganta con el agua equivocada,
quémese a mi lado,
porque la vida sólo es vida en llamas,
porque no hay razón para dormirse en ningún sueño
.





***




Imagino el futuro desde calles
frías y hediondas como hermosos años
que vienen de puntillas a buscarme,
años guardados en el mar,
años de espuma,
años con forma de ola
que atraviesan las calles
donde me entran unas tremendas ganas
de escribir y escribir hasta romperme;
porque siempre quiero escribir cuando no puedo,
porque los poemas se me abren
como cicatrices en las manos
cuando creo ser un inmundo
vidente que camina como un ciego
sin saber que no ve,
porque siempre parezco estar en lo alto
y nunca recuerdo mis caídas,
porque conozco mi pasado y su distancia
y todavía sigo amándola.
Imagino el futuro,
imagino su brevedad en mi piel,
una caricia,
una melodía oculta en la brisa.
Imagino el futuro
y lo desprecio.
Imagino el futuro
y nada más lo imagino,
para no tener que recordarlo.


***




Siempre he sido el que se va,
el que se marcha antes de que la mañana seque mis manos
y me lleve eterno con el polvo.
Siempre he sido el que se va
porque todos mis poemas son en vano.
Soy el que se va sin creer en el tiempo,
renunciando al sol,
entregando media sonrisa porque lo demás
es pena y hambre y besos marchitos
ardiendo en plegarias malditas,
que creí escribir por amar
que creí escribir pero olvidé
en medio de tanta calle
y ciudad sujetada al resplandor
de las estrellas,
en medio de la ternura que me ha hecho revivir
el recuerdo de un dulce sueño
que tuve una noche de mayo;
tanta ternura que tan solo una palabra bastaría para aplastarme,
tanta ternura, frágil, opaca,
como esa larga nota en el cuaderno viejo
a los quince años,
allí fue donde sentí por primera vez la vida
y me fui a un rincón donde sonidos
y colores son una sola cosa,
donde la tierra y el cielo son un abrazo ilusionado
que de tanto tocarnos desaparece
y nos deja
y me deja solo en la mañana.





***



Canto y los recuerdos agrandan la ciudad. Canto y las ventanas se abren. Canto y la lluvia distorsiona mis ojos. Canto desde un bar merideño, desde la magia violenta de una esquina. Canto y hago que bailo y me río viendo el techo en soledad hasta que el sueño me revienta los ojos. Canto y la oscuridad se duerme. Canto y nadie viene a buscarme. Canto y la esperanza pinta otros colores. Canto y los muelles dejan de ser promesas. Canto y busco una desoladora imagen dónde abandonarme. Canto y mi alma se transforma en una ola. Canto después del fuego, de las noches que brillan amargamente entre mi sangre. Canto y mis palabras inventan un terrible perfume que me cubre. Canto y mis palabras me odian. Canto y guardo el secreto de estos diecinueve años armoniosamente muertos.





***



Amo la pérdida. Amo mi absoluta desaparición. Mis ojos despegando con el viento, enredados, enraizados con la luz de la tarde. Camino sobre la lluvia escribiendo el poema. Escribo el poema en mi alma y la lluvia lo aplasta. Fumo y escribo el poema inagotable. Lo escribo desde mi rostro, este rostro sin movimiento que nadie ve, este rostro de colores abandonados, colores, que ningún labio toca, que ningún labio arranca, este rostro que es ojera y risa, grito y muerte, azul y sangre. Mis besos son canciones. Diré que no sirvo para nada. Diré la verdad. Diré que soy niebla entre la niebla, y yo amo mi insondable desaparición. Tengo vacíos los cuadernos y la casa y mi esperanza también está vacía, esperanza viento, esperanza humo. Rezo porque olvido. Fumo y escribo el poema, lo conozco. He conocido el poema como una plegaria. Lo he conocido desde el charco, desde el hielo enamorado de mis manos. Amo como nadie y a nadie amo. Amo la pérdida. Amo desde el aire y desde él escribo el poema. He escrito el poema y lo he perdido. He escrito el poema y lo he matado. He escrito orilla y mano, quebranto y olvido. Me sé de memoria esta infinita pérdida.




***



Ángel callejero, ala de lluvia, estoy hecho un desastre.
Perdóname, todo lo que abrazo es helado.
Tengo marcados los sellos
de las discotecas en las manos todavía,
no encuentro el camino de regreso a casa
y lloro en cada hombro ajeno
que consigo por la calle.
No creo que ningún poema venga a mí sin un castigo,
todo poema nace del infierno y mis palabras son espejos.
Ángel, angelito, delicadamente estoy hecho un desastre,
los perros que más amo tienen la piel de la calle
derramada en ella, bordada, estrecha, desnuda,
ven cada ojo como un cielo,
son estrellas,
y yo soy un desastre, angelito,
muchacho etéreo, cabrón.
Llevo años escribiendo noches,
escondido,
noches enteras escribiendo años.
Soy inmóvil como el olvido, acalorado, tocando el pasaje
y la ruta que desaparece con mi cuerpo,
inmóvil, como el olvido.
Busco contar una historia
donde se asiente esta chaqueta empapada,
donde el cielo sea un labio
y no una esperanza en la noche vieja,
busco contar una historia
y encenderla con este yesquero vacío,
busco que esa historia me cuente y me arrastre,
me cuente y extrañe,
me cuente desde el fondo del agua
y de la risa del viento que reposa
en mis pulmones rotos.
Ángel, ahora el corazón es una palabra
que palpita,
quiero ser esa palabra
en lo más hondo de mi vida,
en lo más hondo del amanecer que invento
volado y solitario
en las aceras agrietadas que marchan conmigo
en mi desventura,
voy perseguido por una palmada en el hombro,
por un golpe que me hizo imaginar los ojos de este poema.
Ángel callejero, viejo amigo,
sigo el sendero con el espíritu en la punta de los dedos,
sigo el sendero con el sonido de las motocicletas
que me hacen correr
hasta tomar buses donde duermo
soñando las canciones de la radio
y el silencio claro del paisaje,
quizá también sueño el tiempo,
quizá también sueño que mi agresiva voluntad
destruya lo que más quiero
junto a la piel roída de las noches de mis años.
Ángel, conozco canciones que se han destruido
antes de ser cantadas,
y yo soy así,
soy como esas cosas que se acaban
sin saber que mueren.





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Cristobal Alva
(Caracas, 1963)


Comunicador social egresado de la UCV(1990), se desempeñó como reportero y secretario de redacción en varios periódicos de circulación nacional (El Mundo, Últimas Noticias, El Diario de Caracas y otros). Durante once años (1999-2010) trabajó en la Fundación Escuela de Gerencia Social del entonces Ministerio de Planificación y Desarrollo, como Coordinador de Publicaciones y Director del Centro de Información y Documentación. Actualmente es Coordinador de Comunicaciones del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Fundación Celarg). Es integrante y miembro fundador del Observatorio de Medios, capítulo Venezuela; y del Frente de Creación Literaria Oficio Puro, espacio de encuentro poético- musical que sesiona en la Fundación Celarg. Participó en los Talleres de Creación Celarg de Poesía 2010-2011, coordinado por el profesor Rafael Castillo Zapata, y en el período 2013-2014, coordinado por la profesora Belén Ojeda. Ganador del Concurso para obras de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores (2014)


Flor de montaña

En mi hogar de niño
vivía una seca flor de montaña.

¿Cómo llegó a la puerta
de mi cuarto?

No lo sé.

Ocupaba el ojal
del fantasma silencio.

Seguramente provino
de la ascensión de mis padres
a volcánica montaña mesoamericana.

“Al Popocatépetl”,
dijeron los rostros sepia.

Luego se escondió
y se fue del ojal de mi puerta
con el vendaval.




***



Adiós a las piedras

No había algas,
sólo cabelleras.

¿Dónde está el hogar?

Todo ha cambiado.

Estoy a los pies
de la montaña hirviente.

Los errantes la abandonaron
luego de esculpir
rostros en las piedras.

Los rostros se abalanzaron.

Huesos, rodillas,
cráneos milenarios
emergieron de sus fuentes.

La montaña lloraba.

No quería que sus lágrimas
rasgaran tu ropa.

No pudo aguantar
el dolor de siglos.

Se vertió frente a estas olas
donde te he esperado.




***



Paso de fantasmas

Bajo piedra y hierbas
el ombligo de la montaña
observa al sol herido
de tanta sombra.

Algunos insectos despiertan.

Otros pequeños
caballos espectrales
giran.

Van a picar en piernas
del libre albedrío
o a desaparecer
devorados al olvido.

Voces del camino
ocultan la sangre
de tanto rasguño.

Gusanitos recorren
nuestra ropa de tierra.
Desgarran de un tajo
el pétalo que arrastran.




***




Saber sin saber

Si apareces lo celebraré con un latido.
Los demás segundos
estaré quieto
tratando de atender al eco.
Hablaré al teléfono inexistente
sin mencionar mi sueño de anoche
ni decir que te abrazaba.




***




Cacería

Se escondía la pasión tras los arbustos
al acecho de preciada fiera luminosa
para lamer los huesos
de la sombra.


Callaba hasta sentirse desgarrada. 







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Carlos Zarzalejo

(Caracas, 1975)

Doctor en Educación (UPEL-IPC), Msc en Gerencia (UCV) y Licenciado en Educación (UCAB). Docente, poeta. Participó en talleres de expresion literaria en Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, Celarg, Monte Ávila Editores y (UPEL-IPC). Actualmente se desempeña como docente en el IPC y coordina la Filmoteca del Centro de Investigación, Desarrollo y Experiencias de la Praxis Docente (CIDEPD) donde adelanta proyectos sobre temáticas de la educación en el lenguaje fílmico, Con su libro Subversivo resultó ganador del Concurso para obras de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores (2014)




Breve selección




mi única ética


fue la eucaristía del árbol
las aceras y los muros

algo más próximo
una gota sobre el peltre

ese latido que apenas
se entiende a sí mismo

en medio de tanta lejanía
quemé lo inmediato





***



aprende de esta piedra


su canto

arráncala
lánzala

saca lo que esconde

arroja el evangelio que preserva
la tierra

¿cuál vidrio se rompe?
¿cuál patria?
¿cuál policía?





***



a mansalva


todo lo que escribo

contra los filos
y lo ansiosamente geométrico

lo eficiente de la recta

la dictadura del pixel

contra todo lo que no sea
el canto
el olor a sexo
contra el cielo
apedreado
roto
en mediocres formas
de constelaciones



***



me enfrenté a mis convicciones


ensayé la muerte
con vida de verdad

tiza o quemadura
signo para siempre

inflamable
sin saldo
sin angustia

murmullo de Ave María
azabache

y mi huella
único laberinto



***




vendrás así


ave
recuerdo

tan anticipada
y tarde

por las calles
sacudidas


de los trovadores